Cada objeto cuenta dos historias, la propia y la que le otorga quien lo ve. Y esta re-significación se ve aún mas potenciada, cuando el objeto se presenta en forma de destrucción y escombros, de vidas pasadas, de añoranza y olvido.
Los objetos dispuestos en la sala llevan consigo una historia que apela a la memoria del espectador, pueden remitir a un pasado al borde del olvido, a un presente caótico y destructivo con tintes de desarraigo y desplazamiento, o aun futuro que descansa en las manos de quienes fueron partícipes de las ruinas del Antropoceno. De nuestras propias manos.
Existe un frágil balance que es intrínseco a la propia existencia del ser. Vivimos al borde de la locura literal y metafórica, pendiendo de un hilo para no caer en el sinsentido que significa el estar vivos. Así pues, una piedra sostenida de un hilo que se pierde en el infinito, no es otra cosa que nuestra propia angustia de aferrarnos y no caer. Es esa lucha lo que nos mantiene cuerdos, sea lo que sea que eso signifique. Es esa lucha la que nos define y nos permite relacionarnos con el otro, y es que al final, estamos haciendo lo mejor que podemos para mantenernos y continuar.
En un afán de inmortalizar nuestras memorias las tallaremos en piedra, para luego destruirlas intencionalmente y después una vez más, tratar de reconstruir con las piezas rotas. Entonces nos definiremos como esos escombros que sugieren algo que existió, que fueron parte de un todo, y que ahora son solo fragmentos que cuentan historias fraccionadas tratando que les demos un sentido y un valor.
Encuentro comodidad en la precariedad y en lo absurdo, me balanceo en ese hilo en una suerte de danza que tienta a la caída, consiente que es en ese lugar efímero justo entre la monotonía y la locura, donde me puedo conectar con quien me ve y juntando montoncitos de piedra, buscar construir una historia que al final, nos logre atravesar a todos dentro de nuestro propio ser.
Cada objeto cuenta dos historias, la propia y la que le otorga quien lo ve. Y esta re-significación se ve aún mas potenciada, cuando el objeto se presenta en forma de destrucción y escombros, de vidas pasadas, de añoranza y olvido.
Los objetos dispuestos en la sala llevan consigo una historia que apela a la memoria del espectador, pueden remitir a un pasado al borde del olvido, a un presente caótico y destructivo con tintes de desarraigo y desplazamiento, o aun futuro que descansa en las manos de quienes fueron partícipes de las ruinas del Antropoceno. De nuestras propias manos.
Existe un frágil balance que es intrínseco a la propia existencia del ser. Vivimos al borde de la locura literal y metafórica, pendiendo de un hilo para no caer en el sinsentido que significa el estar vivos. Así pues, una piedra sostenida de un hilo que se pierde en el infinito, no es otra cosa que nuestra propia angustia de aferrarnos y no caer. Es esa lucha lo que nos mantiene cuerdos, sea lo que sea que eso signifique. Es esa lucha la que nos define y nos permite relacionarnos con el otro, y es que al final, estamos haciendo lo mejor que podemos para mantenernos y continuar.
En un afán de inmortalizar nuestras memorias las tallaremos en piedra, para luego destruirlas intencionalmente y después una vez más, tratar de reconstruir con las piezas rotas. Entonces nos definiremos como esos escombros que sugieren algo que existió, que fueron parte de un todo, y que ahora son solo fragmentos que cuentan historias fraccionadas tratando que les demos un sentido y un valor.
Encuentro comodidad en la precariedad y en lo absurdo, me balanceo en ese hilo en una suerte de danza que tienta a la caída, consiente que es en ese lugar efímero justo entre la monotonía y la locura, donde me puedo conectar con quien me ve y juntando montoncitos de piedra, buscar construir una historia que al final, nos logre atravesar a todos dentro de nuestro propio ser.
Cada objeto cuenta dos historias, la propia y la que le otorga quien lo ve. Y esta re-significación se ve aún mas potenciada, cuando el objeto se presenta en forma de destrucción y escombros, de vidas pasadas, de añoranza y olvido.
Los objetos dispuestos en la sala llevan consigo una historia que apela a la memoria del espectador, pueden remitir a un pasado al borde del olvido, a un presente caótico y destructivo con tintes de desarraigo y desplazamiento, o aun futuro que descansa en las manos de quienes fueron partícipes de las ruinas del Antropoceno. De nuestras propias manos.
Existe un frágil balance que es intrínseco a la propia existencia del ser. Vivimos al borde de la locura literal y metafórica, pendiendo de un hilo para no caer en el sinsentido que significa el estar vivos. Así pues, una piedra sostenida de un hilo que se pierde en el infinito, no es otra cosa que nuestra propia angustia de aferrarnos y no caer. Es esa lucha lo que nos mantiene cuerdos, sea lo que sea que eso signifique. Es esa lucha la que nos define y nos permite relacionarnos con el otro, y es que al final, estamos haciendo lo mejor que podemos para mantenernos y continuar.
En un afán de inmortalizar nuestras memorias las tallaremos en piedra, para luego destruirlas intencionalmente y después una vez más, tratar de reconstruir con las piezas rotas. Entonces nos definiremos como esos escombros que sugieren algo que existió, que fueron parte de un todo, y que ahora son solo fragmentos que cuentan historias fraccionadas tratando que les demos un sentido y un valor.
Encuentro comodidad en la precariedad y en lo absurdo, me balanceo en ese hilo en una suerte de danza que tienta a la caída, consiente que es en ese lugar efímero justo entre la monotonía y la locura, donde me puedo conectar con quien me ve y juntando montoncitos de piedra, buscar construir una historia que al final, nos logre atravesar a todos dentro de nuestro propio ser.
Symbolic Disappearance - The void as cultural identity
One of the premises of the architect Nikola Dobrovic - Никола Добровић (1897 - 1967) when proposing his design for the Army Headquarters building in Belgrade, was the importance of the void in its purest concept as an integral part of a new image of national identity. The creation of a non-space designed to be experienced by the contemporary citizen who is always on the move. Key concept regarding the historical identity of a country that has been constantly in material and immaterial transformation, and that has made the void, beyond Dobrovic's specifications, its greatest constant.
By walking the city, I have tried to experience and assimilate these empty spaces, both human and architectural, going through them through my own experience and creating a kind of personal story where I juxtapose my own idea of identity and cultural emptiness based on my life stories, compared to how I perceive myself in a city that marks a strong accent on its national identity, to cover the void left by its constantly changing history.
Symbolic Disappearance is then a story from the void, thought in the parameters of the citizen that Dobrovic had in mind when he proposed a model of change for a new identity.
Images of the exhibition “Symbolic Disappearance - The Void As Cultural Identity” as a result of a Artist In Residency Program in Belgrade, Serbia.